Mi Mamá Fuma…
No hace falta hablar de lo dañino que es el cigarrillo ni de lo difícil que es dejar de fumar, eso lo hemos dejado claro en ocasiones anteriores, tampoco hace falta hablar del daño colateral que causa el hecho de fumar en presencia de otras personas que, quieran o no, terminan inhalando el humo de nuestro vicio.
El problema es cuando quien fuma es mamá y lo hace frente a sus hijos.
La psicología nos ha enseñado durante muchos años que el niño no hace lo que se le dice sino lo que ve hacer a sus mayores, especialmente a quienes ve cómo sus figuras de autoridad: mamá y papá. Y esto es especialmente critico cuando se habla de fumar, ¿porqué? simplemente porque aunque mamá se esmere en decirle al niño que fumar es dañino, que es un vicio, que hace daño, las palabras se irán al olvido pues lo que manda para el niño es lo que ve hacer y no lo que oye decir.
MAMÁ FUMA Y YO TAMBIÉN
Sin duda alguna este subtitulo suena muy grave y terrible. Lo entendemos. Sin embargo es la mas dura de las realidades. Volviendo de nuevo al campo de la psicología, el niño conforme va creciendo quiere sentirse capaz de hacer todas las cosas que ve en todas partes, y nada es más cierto que lo primero que quiere lograr hacer y/o imitar es lo que ve hacer a sus padres. Y si lo que ve es que fuma, ellos irán imitando este comportamiento, primero a guisa de juego con algún objeto y luego al ir creciendo comenzarán a experimentar con el tabaco (recordemos que la edad promedio en México a la que los niños comienzan a fumar es a los once años).
Y el hecho de que el niño comience a fumar es sinónimo de padecimientos graves en la salud y que indudablemente le restarán años de vida. El resultado de ver a mamá fumando mientras crecía. Nos topamos aquí con otro punto critico también y es precisamente los años de vida que mamá pierde al fumar. Porque es un hecho que las consecuencias del consumo de tabaco se irán presentando en el mediano plazo.
Es aquí donde una madre que fuma debe comenzar a pensar en que al tener ese asqueroso vicio se esta limitando en cuanto a los eventos que podrá compartir con sus hijos conforme ello vayan creciendo y ella vaya viendo mermada su salud a consecuencia del cigarro. Quizá ya no podrá conocer a sus nietos o quizá ya estará tan enferma que no podrá compartir su alegría. O peor aún, que eventos en la vida de sus hijos no podrá compartir sea por ausencia o sea por estar tan limitada por los daños de la nicotina.
Qué madre quisiera no poder estar en la graduación de la universidad de sus hijos, verlos alcanzar esa meta y todo por ya no estar o estar postrada en una cama víctima del cancer o víctima de cualquiera de las diferentes enfermedades que causa el fumar. O simplemente no poder expresar a los hijos cuánto se les quiere o admira porque la garganta esta tan dañada que se ha perdido la voz.
Mamá, si tu fumas, estás haciéndote un daño grave a ti misma, y estás guiando a tus hijos a hacerse el mismo daño. Velos, observa su cara y su sonrisa y date cuenta que el momento de tomar la decisión de dejar de fumar es ahora.