¿Quién fuma más, los o las adolescentes?
Si, es una pregunta fuerte, porque ningún padre de familia quiere ponerse a pensar en ello, la idea de que un hijo fume es una idea muy fuerte, es algo impensable para cualquier padre de familia que normalmente tendrá la idea de “mi hijo o hija no, los de otros seguro que si” sin embargo está comprobado que un alto porcentaje de adolescentes y preadolescentes consumen tabaco o productos electrónicos relacionados al tabaco hoy por hoy. Es difícil de entender como es esto posible dado que en muchos países ya es ilegal que las tabacaleras se anuncien en los medios masivos de comunicación incluyendo el Internet. De lo que hoy queremos hablar es, por una parte, de cómo llega el tabaco a manos de los adolescentes y preadolescentes y como es que las partes se catalogan en este aspecto.
Entendamos algo, la razón, en principio, por la cual los adolescentes, y peor aún, los preadolescentes deciden fumar viene de sus pares, si, de sus propios compañeros de escuela, no de una revista, no de un programa de televisión o de una película. Debemos empezar por entender cómo funciona la psicología del joven: curiosidad por lo prohibido. Esto es muy importante, los jóvenes tienen propensión por aquello que se les prohíbe hacer. Buscan experimentar y entender porque se les ha dicho que no pueden hacer aquello o consumir aquello otro. Y aquí es donde comienza la presión de grupo, especialmente entre los muchachos donde la “hombría” y la “masculinidad” se representan por no echarse atrás cuando alguien hace algo arriesgado, en este caso fumar.
DEJAR DE FUMAR ES CRITICO PARA EVITAR UNA MUERTE TEMPRANA
Es importante entender que un adolescente no decide dejar de fumar está poniéndose en el alto riesgo de tener una muerte temprana debido a que sus pulmones no se terminan de desarrollar y además se dañan por el consumo constante de tabaco y todo lo que este conlleva. Pero regresando al tema, lo anteriormente citado respecto a la presión de grupo también se aplica a las jóvenes pues estas también buscan el acceso a lo que se les niega y en algunos casos buscando un falso “glamour” que hace algunos años se veía reflejado en las películas y las telenovelas. Sin embargo, también, y aquí es donde el verdadero problema esta enraizado, por rebelión pura. Todo adolescente, por naturaleza, se enfrentará más tarde que temprano, con las figuras de autoridad que tenga enfrente, y una forma de rebelarse y demostrar que no se le puede imponer límites es fumar.
Esta es la rebelión por excelencia: fumo p será el camino opuesto si toma una decisión correcta y decide dejar de fumar antes de que los daños le cuesten la vida. Por eso es que la respuesta a la pregunta que inicia este artículo es: ambos. No existe un género o grupo que fume más que el otro. Ambos lo hacen igual y por las mismas razones.
Es por eso que se hace crítico iniciar campañas para que, en principio, conozcan el peligro de lo que están haciendo, los daños que se están causando y que, si ya lo hacen, tomen cuanto antes una decisión de vida yara demostrar que puedo hacer lo que me place. El problema es que el adolescente, o peor aún, el preadolescente, no conoce los peligros que implica fumar, especialmente lo complicado que así sean libres y en vez de quitarle años a su vida, le agreguen algunos más aprovechando la capacidad de los pulmones de poder recuperarse, hasta cierto límite, de los daños que se les han causado. El día es hoy y el momento es ahora para aprovechar un método seguro y efectivo para dejar el cigarro de una vez y para siempre.