La Psicología del Niño y El Cigarro
Hemos hablado abundantemente de como el cigarro afecta al niño desde el punto de vista físico al tener que convivir con personas que fuman y como el humo de segunda mano también les causa, sin que sean ellos los que fumen, el mismo daño en pulmones y otros órganos que quien en realidad tiene este devastador hábito. Sin embargo hoy vamos a conversar de algo mucho más grave y es de la incidencia a nivel psicológico que tiene para el niño vivir en un entorno en que una o varias personas fumen.
Primero comencemos por entender que un niño no hace lo que se le dice que haga, hace lo que ve que los adultos hacen, es un modelo perfecto de imitación sin dudas de por medio, para el niño la única confirmación de que desea, puede y debe hacer algo es ver que alguien mayor lo haga, pues él lo ve como una meta que debe lograr y superar. Y el problema grave es que el niño lo hace sin contemplación y sin medir las consecuencias. Además debemos agregar el factor curiosidad que en los niños es muy abundante.
PORQUÉ SE DEBE DEJAR DE FUMAR SI HAY NIÑOS EN CASA
Siguiendo el enunciado anterior debemos entender que si hay padres, abuelos o tíos en el entorno de un niño la primera impresión para este es que aquello debe ser positivo y que en algún momento de su vida deberá llevarlo a cabo pues es algo de “grandes” y que le permitirá pertenecer a ese grupo.
Y esto es lo verdaderamente crítico, pues de nada servirá que en la escuela sus maestros se esmeren hasta el cansancio en mostrarle las vicisitudes que sufrirá si comienza a consumir tabaco a cierta edad si en casa ve a quienes admira y quienes son su modelo a seguir, practicar este hábito.
Por eso es que se considera crítico que en el primer momento en que haya niños presentes en la familia tomemos esto como el mejor y más importante motivo para dejar de fumar, pues debemos recordar que no importa cuantas veces le digamos al niño que el cigarro es malo, qué hará daño a su salud si luego de eso nos acomodamos en nuestro sillón más cómodo y nos disponemos a disfrutar de un cigarrillo nosotros mismos.Note que la palabra clave aquí es precisamente “modelo a seguir” pues todo adulto que se encuentre en el entorno de un niño es precisamente eso: un modelo, aquello que el niño quiere ser al llegar a cierta edad. Y el problema crítico en este caso es que toda actividad que estos modelos desarrollen el querrá imitarlas sin poner dudas de por medio y más temprano que tarde, aquel niño o niña (si, las niñas también, y más aún si la que fuma es mamá, la abuela o peor, su hermana mayor) tomará un cigarrillo y en la privacidad de un lugar propio lo consumirá y aunque al principio el sabor del tabaco no le sea grato, está comprobado que lo hará una y otra vez hasta encontrarse de lleno en las garras de este terrible y nocivo vicio.
No, dejar de fumar es crítico porque además de las incidencias físicas que vamos a causar a los pequeños las psicológicas son todavía más graves pues estaremos enseñándoles a fumar, y no, no es preciso que lo hagamos de manera directa, el solo hecho de hacerlo frente a ellos es la mejor de las cátedras. La decisión para dejar el cigarro es tuya. No lleves en tu conciencia haber creado un árbol genealógico de fumadores y futuros enfermos de cáncer.