¿Qué pasa con la nicotina mientras duermes?
Considera esto: ¿Cómo pueden los fumadores dormir tranquilamente durante ocho horas sin fumar, y luego al despertar no estar en agonía después de un período tan largo de abstinencia? Si la abstinencia física fuera tan fuerte, los despertaría durante la noche.
La mayoría de los fumadores se levantan de la cama antes de fumarse el primer cigarro; muchos no fuman sino hasta después del desayuno. Hay quienes esperan hasta el momento en que salen para el trabajo antes de encender su primer cigarro. No sólo pasan ese tiempo con tranquilidad y sin ningún dolor físico, sino que ni siquiera están conscientes de tener una molestia.
Por supuesto que sienten ganas de fumar el primer cigarro del día. Si fueras lo bastante valiente para arrebatarles ese primer cigarro de los labios en el momento en que lo van a encender, probablemente te romperían un brazo con tal de recuperarlo, pero esa no es una reacción de dolor físico; es un pánico mental disparado por la idea de que les quiten lo que creen que es un placer o un apoyo. Las molestias disminuyen cuando saben que tienen asegurado su próximo cigarro. Si se tratara de un dolor físico genuino, estaría ahí todo el tiempo, como un dolor de muelas.
El pánico comienza incluso antes de que te quedes sin cigarros. ¿Cuántas veces has salido y te has quedado fuera hasta tarde y has pensado: “Creo que voy a seguir la fiesta otras cuatro horas, pero ya sólo me quedan cigarros como para otra hora”? Y el pánico se intensifica cuando te fumas el último. La nicotina todavía fluye por tu cuerpo, pero sientes como si ya te faltara.
A la mayoría de los fumadores les comienza a entrar el pánico cuando llegan a los últimos cigarros de la cajetilla. ¡Yo solía ponerme en ese estado cuando ya me quedaban pocas cajetillas! No me sentía tranquilo jugando al golf a menos que llevara conmigo tres cajetillas llenas. Aun en los días con más viento sólo podía fumar 40 cigarros por juego, así que, ¿para qué necesitaba tres cajetillas? Porque en los días en que sólo llevaba dos, una vez se me cayó una en un charco y quedó empapada. Me gusta pensar que aprendo de mis errores, así que, desde aquella vez, llevaba conmigo por lo menos tres cajetillas, por cualquier eventualidad.
La abstinencia de la nicotina no causa un dolor físico y aun si lo hiciera, el dolor no es el mal más grande en la vida. Estamos bien equipados para hacerle frente. Trata de apretarte el muslo y clavarte las uñas, incrementando poco a poco la presión. Descubrirás que puedes soportar un nivel de dolor bastante severo sin sentir miedo ni llegar al pánico. Es porque estás en control. Sabes la causa del dolor y sabes que puedes ponerle fin cuando lo decidas.
Ahora repite el ejercicio y cuando el dolor sea tanto que no puedas soportarlo, trata de imaginar que no eres tú mismo el que lo está causando, sino que apareció de pronto y que no conoces la causa ni sabes cuánto durará. De inmediato entrarías en un estado de pánico. El problema no es el dolor, sino el miedo que puede provocar si no comprendes por qué lo sientes o si no sabes las consecuencias que puede tener.
La creencia generalizada es que los fumadores que tratan de dejar de fumar tienen que soportar un terrible trauma causado por la abstinencia de la nicotina. La realidad es que sufren la abstinencia de la nicotina durante toda su vida como fumadores.
Observa a los fumadores cuando no se les permite fumar. Se ponen inquietos; se llevan una mano cerca de la boca; mueven los pies; o, si no mueven nada más, estarán apretando los dientes. La nicotina les provoca un sentimiento de vacío, de insatisfacción, que rápidamente puede convertirse en frustración, irritabilidad, ansiedad, miedo y hasta pánico si no pueden fumar.
Que te quede bien claro: no tienes que sentirte privado de nada cuando dejas de fumar, en tanto te des cuenta de que los cigarros son la causa y no el alivio de ese sentimiento.