Nicotina

¿Te consideras un fumador social?

No importa cuánto fumes, el cigarro te crea ataduras. Tal vez piensas que consumir cigarros en las fiestas, juntas laborales y con tus amigos te hará más sencillo dejar de fumar porque, después de todo, no lo haces todo el tiempo ni dedicas gran parte de tu pensamiento a recrear el momento en el que te encuentres en posesión de una cajetilla de cigarros. No obstante, una sola prueba del sabor o del humo de la nicotina basta para mantenerte preso y continuar como fumador.

Cadena social eterna

Imagina por un momento que de repente tienes que asistir a muchos eventos sociales en un lapso relativamente corto. ¿Qué harás? ¿Vas a fumar en cada ocasión simplemente para quedar bien con los demás o para no verte fuera de lugar? Si tu respuesta es “sí”, es importante que sepas que estarías en riesgo de convertirte en un fumador de siempre, en alguien que esperará con ansias el momento de poder encender un cigarro para después darse cuenta de que no le gusta fumar pero que igual debe hacerlo. Dicho de otra manera, podrías caer en la trampa sin darte cuenta y convertirte en un fumador empedernido o convencerte de que no podrás dejarlo.

El problema es que las personas que fuman diariamente te consideran una especie de héroe porque piensan que eres muy afortunado al poder controlar tus deseos de fumar, de hacerlo cuando quieras y dejarlo fácilmente. Lo que no saben es que entras en un ciclo en el que pasas por el trauma de dejarlo, comienzas a sentirte privado, caes en la trampa otra vez y deseas no haber vuelto a fumar. A esto se suma la cantidad de cigarros. Velo de esta manera: si únicamente fumas en fiestas, reuniones, juntas y demás ocasiones especiales que se te presenten, ¿cuántos cigarros consumirás? Ese cigarro ocasional se convierte en dos, en tres o en más y entonces comienzas a deslizarte en una pendiente que te llevará a no dejar de fumar nunca, si es que así lo decides.

Entonces, ¿cuál es la verdad?

Todo lo que disfrutas del cigarro ocasional es terminar con la ansiedad, ya sea la física o la mental. En realidad, los cigarros son veneno y solamente tienes la ilusión de disfrutarlos después de un periodo de abstinencia: mientras más tiempo la sufres, mayor es la sensación de placer que tienes cuando la alivias. Tu cerebro y tu cuerpo jamás van a acostumbrarse a fumar a cierto nivel ni mucho menos a disminuirlo porque su tendencia será aliviar la ansiedad, no soportarla. A medida que la nicotina comienza a actuar en tu organismo, destruye tu sistema nervioso, tu valor y confianza en ti mismo, así que cada vez eres menos capaz de reducir el intervalo entre cigarros. Así, un fumador ocasional termina fumando más que alguien que fuma todos los días porque fuman un cigarro tras otro.
Si te identificas como un fumador social, debes saber que no estás exento de convertirte en esclavo del cigarro; al contrario, poco a poco vas convirtiéndote en un fumador que requiere de fumar todo el tiempo porque cree que así controlará su ansiedad, su estrés o se verá más interesante. En realidad, no hay un nivel seguro para fumar, así que lo mejor que puedes hacer es buscar ayuda para dejar de fumar en este momento antes de que te sientas atrapado en un callejón sin salida.